domingo, febrero 24, 2008

 

¡Vamos Mariano!

Parecerse a Rajoy, con Rajoy es posible.
Por cortesía de María, aquí tenemos mi última bizarrada que, por lo visto, ya ha sido debidamente fotocopiada y está lista para su distribución por las paredes y fachadas de mi barrio ¬¬.

Y recordad niños... Zapatero son los padres.
Acordaos de mi cara el 9 de marzo.

domingo, febrero 17, 2008

 

Yo quiero pechos, pechos...


Bueno, actualización nº 75 al canto, y hoy toca insustancial a tope.
Espero que los de blog no me borren esto ni me sanciones, que no sé si se pueden poner cosas eróticas aquí, aunque no debería haber problema.

Sea como sea, esta actualización va por tí Juan, que siempre estás deseoso de eso que tu llamas "tetas enormes con pezones grandes como galletas María", jajajaja. ¿Ves como no todo son actualizaciones pastelosas ni de enchochado? Bueno, que nos queda una escapada rural y una visitilla al casino a dejarnos los dólares hemos dicho esta mañana, ¿no?

Espero que te guste ^__^.
Pero ya que te metes... ¡postea alguna vez cabrón!

A los demás, pasadlo bien; y a tí... GRACIAS.

lunes, febrero 04, 2008

 

El error del super yo


Es difícil intentar transmitir lo que se me pasa en estos momentos por la cabeza. Muy difícl; pero allá vamos.

Los superhéroes. Siempre saben lo que tienen que hacer. Por mayores o menores que sean los problemas, siempre encuentran las respuestas adecuadas. Las soluciones.
De pequeño siempre quise ser un superhéroe. Y no por poder volar, enfrentarme a villanos o quedarme con la chica. Quería ser superhéroe porque eran personas que, encontrando respuestas, siempre lograban sentirse bien con ellos mismos.

Según Freud la mente se divide en tres niveles. El ello, que son los impulsos; el yo, que se encarga de satisfacer las necesidades vitales; y el super yo, que responde a la moral y a las reglas.
Los superhéroes eran la viva personificación del super yo.
Yo también. Intento regirme según las reglas, intento aconsejar y actuar según lo que creo que es correcto. Con lo que creo que me gustaría que me dijesen e hiciesen a mí si tengo problemas.
Pero, al contrario que los superhéroes, ni encuentro ni doy respuestas adecuadas, ni encuentro ni doy soluciones. Consecuencia... no me siento bien conmigo mismo.

Y no, no se trata de un problema de baja autoestima ni de verme inservible; sino de que hay cierta descompensación entre los niveles que forman mi mente. El yo está más que descuidado, y el ello... ja, aparte de mi "instinto" protector, creo que es prácticamente inexistente. Incluso quizá no sea un "ello" como tal, sino otra vertiente del super yo (intentar hacer lo correcto, que es proteger), disfrazada de instinto.
El éxtasis del super yo está bien visto por la sociedad, a la que le encantan las moralinas y el buen hacer (como a mí); pero al fin y al cabo, la persona a la que le rebosa el super yo es una persona desequilibrada.

Aplicar esa regla de tres a mi persona no es muy difícil.

Quizá mis respuestas no son válidas porque he de hacerme otras preguntas, o quizá no son válidas por el simple hecho de que lo que para mí es correcto para otra persona puede ser discutible o puede dejarle indiferente. Quizá no tendría ni que preocuparme por dar respuestas.
¿Hay que matar al super yo? No lo sé. El caso es que, a menudo, soy capaz de vislumbrar el problema; pero nunca puedo actuar en consecuencia.

Y claro... las consecuencias son otras.

Estoy perdido.
A ver si me encuentro.

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